16 de octubre de 2008

DEL AYER AL HOY (II)

Como decíamos en la parte primera, los hechos acontecidos entre la caída del Muro de Berlín y el surgimiento del Nuevo Orden Mundial de George Bush senior con EE.UU como única superpotencia mundial sirvieron de germen de los sucesos que tuvieron lugar en la década siguiente. Los ocho años de Adminstración Clinton dejaron un panorama controvertido en la escena internacional.


Por un lado, durante el primer mandato, EE.UU se limitó a dejar patente su hegemonía con intervenciones más o menos celebradas en el convulso mundo de las post-Guerra Fría (Somalia, Ruanda, los Balcanes). Mientras tanto, una ola democratizadora y de capitalismo recorría el mundo y aquí y allá surgían nuevos países o los antiguos fraternales camaradas socialistas dejaban atrás su pasado marxista y se reconvertían al nuevo paradigma de la economía de mercado.


Durante éste periodo, Europa consolidaba su cohesión mediante la firma del Tratado de Maastrich, la Unión Soviética daba paso a la Comunidad de Estados Independientes, con Rusia a la cabeza y descendía a los infiernos; China emergía como la última esperanza marxista (de boquilla y apariencia) y el resto del mundo trataba de adaptarse a la nueva realidad.


Es en el segundo mandato de Clinton cuando comienzan a darse los movimientos que han conducido al panorama actual. Con un crecimento económico mundial imparable, una hegemonía militar y política incuestionalble y una diplomacia blanda abrumadora, EE.UU domina la escena mundial. Cambios internos dentro de la administración llevan a que una pequeña facción de ideólogos y funcionarios de administraciones pasadas (Richard Perle, Paul Wolffowitz, etc) vayan dejando sentir su presencia en lobbys y thinks thaks conservadores que, viendo como la política exterior clintoniana deriva hacia supuestos derroteros de baja intensidad, "debilidad", etc. siembran la semilla de los postulados ideológicos que han definido los comienzos del siglo XXI. Y desde un punto de vista objetivo, debemos admitir algunos de sus postulados, eso sí, dejando claro la más clara lejanía ideológica respecto a los neocon.


En lo que se refiere al área de Seguridad y Defensa, la drástica reducción del presupuesto militar que siguió a la caída del Telón de Acero, unida a la reforma estructural y de doctrina en las Fuerzas Armadas norteamericas y en los servicios de inteligencia (especialmente lacerante en lo que se refiere a la inteligencia humana o HUMINT) llevaron a que la capacidad de respuesta norteamerica en lo que se refiere a la creciente amenaza que suponía el terrorismo internacional quedase limitada al bombardeo con misiles de crucero y los ataques a distancia. Pues no nos engañemos, Clinton era y es un especialista en comunicación política y con tal de no repetir la imagen de soldados norteamericanos arrastrados por las calles de Mogadiscio en la CNN era capaz de cualquier cosa.


Pero detrás de ésta postura, respetable aunque no compartida (especialmente en lo que se refiere a la HUMINT), se encuentra una clara muestra de la visión multilateral y de utilización de las instituciones internacionales como foros de consenso en lo que se refiere a la política internacional. Que su utilización no sea más que una mera herramienta de legitimación del uso de la fuerza es otra historia.
Siguiendo con el análisis de la escena internacional, es a partir de 1997, más o menos, cuando la cosa empieza a ponerse seria. Con el proceso de impeachment a Clinton a punto de estallar, en el resto del globo asistimos a la creciente ola de nacionalismo ruso, exacerbada por la amarga y sangrineta experiencia de la Primera Guerra de Chechenia y los terribles sucesos de los Balcanes, que hirieron el orgullo ruso y dañaron su crédito a nivel internacional. Europa asiste impertérrita a sucesos como el de Sebrenicsa y tiene que recurrir a la OTAN para poner fin al derramamiento de sangre, intervención que condujo a los acuerdos de Dayton de 1995 y que posibilitó la concienzación europea en una política de Seguridad y Defensa Común.


Por desgracia, la tierra balcánica volvió a ser regada con sangre no mucho tiempo después con la agresiva política serbia en la cuestión de Kosovo, que condujo al ataque unilateral de la OTAN contra el ejército federal serbio y sus fuerzas paramilitares. Sin resolución de la ONU que autorizase una intervención armada, la Organización del Atlántico Norte se arrogó el derecho a usar la fuerza para repeler el genocidio kosovar. Pocas semanas después, Serbia capitulaba y se retiraba de su provincia rebelde, eso sí, dando paso a una mini-limpieza étnica de serbios a cargo de los terroristas del UÇK. Porque es curioso como las potencias occidentales etiquetan a los "malos" y a los "buenos". Los muyahadin eran los buenos cuando luchaban con el ogro soviético que había invadido Afghanistán, pero ahora son los malos (que lo son).


Pero volvamos al tema que nos ocupa. Mientras las OTAN destrozaba Serbia, nuestros buenos y decentes neocon van extendiendo su capacidad de influencia. Es así que llegan las elecciones presidenciales de 2000, en las que Al Gore y los demócratas parten con ventaja clara según todas las encuestas. Pero llega noviembre y Papa Noel trae sorpresa adelantada: Bush junior, o mejor dicho, su hermanito Jeb que gobierna en Florida, y los amiguitos de Papá Bush que éste colocó en el Supremo le dan la victoria.
Tachán. Con un golpe maestro los neocon por fin consiguen lo que querían. Acceso a la Casa Blanca y a todas las ramas de la Administración. Se acabaron el multilateralismo, la debilidad liberal y el Gobierno. Es hora de que los postualdos adecuados rigan la agenda política norteamericana. Dado que EE.UU es la única superpotencia, que ningún país puede comparárseles y que el capitalismo neoliberal es la fuerza dominante del mundo, ¿por qué asumir reglas y normas que constriñen el potencial norteamericano? ¿Por qué apoyarse en organismos decandentes como las Naciones Unidas? ¿Qué significan para EE.UU compromisos como Kioto, el TPI o cualesquiera de los diversos tratados que los débiles europeos desean imponer a los amos del mundo?. No Señor. Como pueblo bendecido por Dios y con un Destino Manifiesto, pueden hacer lo que quieran, y si se forran en el intento, pues mejor que mejor.


Ésta es la esencia del pensamiento neocon, aquella que ha marcado la política mundial hasta prácticamente el 2008. El mundo es un mercado, en el que determinadas empresas y grandes corporaciones nortemaericanas asumen el dominio absoluto. Monsanto, Haliburton, BKG, ect. no son sino las herramientas que estos adalides de la democracia y la justicia utilizan para acceder a yacimientos energéticos, tierras de cultivo o cualquiera de los mercados que puedan explotar.
Pero no olvidemos que es la guerra el principal negocio de EE.UU. Cerca del 30% de los trabajadores norteamericanos ejercen su labor en empresas e industrias relacionadas directa o indirectamente con el sector de la Defensa. El 30%. Obviamente, si el mundo se ve abocado a una carrera armamentística , ¿quién saldrá beneficiado?.


De ahí que si unimos estos dos factores: geopolítica energética y beneficios económicos basados en la guerra, llegamos a entender el porqué de muchos de los acontecimientos que vemos en los Medios de Manipulación Masiva.


La Guerra contra el Terror no es una cruzada para liberar al mundo del terrorismo internacional ni llevar la democracia a países como Irak. Es un medio para conseguir dominar las zonas estratégicas del globo en cuanto a recursos energéticos y hacer que la industria de Defensa engorde los beneficios económicos de una determinada élite.

En el siguiente artículo, analizaremos cuales son estas relaciones, porque se dan ahora y no antes y cual es el fin último.




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